Entre las cuestiones iniciales sobre las que deberíamos pensar una vez que empezamos a estudiar el PIR, está la siempre controvertida cuestión de las horas. ¿Cuánto tiempo me pongo? ¿Empiezo poco a poco o me meto a tope desde el principio? ¿Mientras más horas mejor,
siempre?
Yo empecé contando las horas como medio para motivarme. Además, participaba en el
hilo de fichaje, que ha sido un gran apoyo para mí durante todo el estudio. Empecé estudiando unas seis horas y me mantuve en siete o siete y pico hasta noviembre. Ahí intenté subir a ocho, pero rara vez lo conseguía sin agotarme. En diciembre, cuando me encerré en casa y cambié mi método de estudio, bajé a cinco-seis horas y así me mantuve hasta enero. Es decir, que cuando todo el mundo andaba metiéndose jornadas de diez y doce horas, yo estudiaba menos (en tiempo) que nadie pero más (en rendimiento) que nunca. Para que os hagáis una idea, llegué a leerme Clínica I de Estrella, que creo recordar que son más de 300 páginas, en dos horas. Cuando pienso que en la primera vuelta que le di tardé dos semanas, me doy cuenta de lo muchísimo que he progresado a lo largo del camino PIR.
[Por supuesto, esto está matizado por el hecho de que al final tenía el libro muy masticado, pero no quita que hiciera muchísimos progresos en lectura rápida. Ya os contaré]
Contar las horas no es malo. Nos da feedback y nos asegura que no nos dormimos en los laureles. Mi problema personal con las horas fue que cuando me proponía, por ejemplo, hacer ocho horas en un día, me pasaba lo siguiente:
1. Llegaba a la biblio tarareando mentalmente la canción del malo de Star Wars. Es que me daba energía positiva. Era la "marcha oposeitor".
2. Me sentaba, sacaba mis apuntes y ponía en marcha el crono.
3. Veía un
20 minutos que alguien se había dejado en la silla de al lado. Pensaba en parar el crono, pero me decía a mí misma "si total, hasta las ocho horas... ¿qué más da una propinilla?".
4. Empezaba a estudiar. A la hora estaba ya hasta el potorro, pero pensaba "si me levanto ahora, se me va a hacer larguísimo hasta rellenar las cuatro horas de la mañana, así que voy a pasear los ojos por la página para rellenar tiempo".
5. Se me ocurría un dibujo para una regla mnemotécnica y me ponía a colorearlo con los rotus de colores. Así al menos llenaba unos minutillos más.
Y así sucesivamente. A las siete horas y pico, en general, no podía más. Me forzaba a seguir hasta que no era capaz ni de leer las preguntas tipo test. Al final, dudo que aprovechara las ocho horas, y llegaba a mi casa con una sensación de tristeza y de desesperación muy desagradable.
Por supuesto, sé que habrá quien eche ocho horas y las aproveche. Yo no soy capaz. Cuando estudiaba cinco o seis horas, quedaba menos bonito en el crono pero me cundían desde el principio hasta el fin. Además, como estudiaba en intervalos de media hora (explicaré esto más adelante) me concentraba muchísimo y terminaba mucho más descansada.
Me he ido un poco por las ramas. Todo lo anterior lo cuento para ilustrar que, desde mi punto de vista, proponerse echar cada vez más horas no es un buen enfoque del estudio. Mi enfoque sería: echa un número de horas mínimo que puedas cumplir con comodidad y céntrate en
aumentar tu rendimiento en esas horas. Mucho más motivante, agradable, descansado y beneficioso para tu vida social y tu bienestar psicológico.
[
He aquí un cuentecito que ilustra muy bien, para mi gusto, el tema de la lucha con las horas.]
¿Cuánto es ese mínimo de horas
al principio?
En mi experiencia, cinco o seis horas es un horario bastante cómodo. Permite terminar relativamente pronto (si te organizas bien y madrugas, a las siete puedes estar listo) y tener vida más allá del PIR, algo MUY importante para estudiar con la moral alta. Y en mi experiencia también, yo empezaría con esas 5 o seis horas desde el principio. Hay quien prefiere coger el estudio poco a poco, con una par de horas diarias, e ir ampliando. Personalmente, recomiendo empezar a ritmo moderado desde el comienzo. ¿Por qué?
- Supongamos que estás dedicándote exclusivamente a estudiar. Bueno, pues el PIR es tu trabajo, así que no te vas a morir por aguantar jornadas de seis horas cuando hay gente que se chupa ocho o diez en curros más exigentes. Recuerda: estás transformándote en
oposeitor. Tu mutación empieza aquí.
- Es un horario cómodo. En serio. De nueve a una y de cuatro a ocho, por ejemplo, incluyendo descansos y la SS (Sagrada Siesta), te puedes permitir no madrugar mucho y tienes cuatro o cinco horas por la noche para hacer lo que quieras. Si te va madrugar o no duermes siesta, de ocho a una y de tres a seis y media o siete también es un horario estupendo que te deja media tarde libre. Ya quisieran los oficinistas.
- Creo que es mejor empezar fuerte, ir avanzando temario y poder darse más adelante un descanso completo (por ejemplo, de varios días) para recuperar fuerzas. Si empiezas estudiando dos horas, ¿en qué estás empleando las otras cuatro? Suponiendo, recordemos, que no trabajas o te dedicas a algo más aparte del PIR. Las dedicarás al ordenador, a ver series, a leer, a tus hobbies o a pasear. No es exactamente descansar, así que tu nivel de cansancio después de unas semanas no va a ser muy inferior al que tendrías si dedicas seis horas diarias a estudiar. Lo que pasa es que tendrás mucho menos camino andado y quizá no sea tan recomendable que te tomes varios días de descanso.
- Al empezar a estudiar estás fuerte. No acumules descanso cuando aún no lo necesitas. El descanso viene después del cansancio, es decir: si no estás cansado, aprovecha y dale duro. Tranquilízate a ti mismo: cuando estés cansado, podrás descansar sin culpabilidad y el tiempo que sea necesario.
- No vayas a remolque de tus habilidades; que sean ellas las que van a remolque de ti. Es decir, que si no te concentras, es necesario que aprendas a concentrarte, pero no hagas que esa falta de concentración decida por ti el tiempo que vas a dedicar al estudio. Sé ambicioso.
Nota para los que trabajan y estudian: yo no lo he hecho, así que, ¿qué consejos voy a dar? Sois unos máquinas y punto. Si tuviera que hacerlo, hoy por hoy, creo que mi recomendación sería: descansa. Mejor dos horas descansado que cuatro hecho polvo y a fuerza de café. Mi récord personal de diferencia de rendimiento entre estar cansada y descansada ha sido de cuatro veces más. Si esas dos horas te cunden como ocho, te merece más la pena descansar las otras dos.
En cualquier caso, como ya dije al principio, no aceptes nada que no compruebes que te resulta beneficioso. Si la perspectiva de estudiar cinco o seis horas te angustia tanto que te bloqueas, empieza por una hora. O por media. Lo importante al principio es ponerse en marcha, y cada uno debe empezar al máximo ritmo que le permita avanzar sin agobios.
Eso es todo por hoy, amigos. Mucho ánimo en el Largo Camino PIR.
PD: No he aguantado sin PC, lo confieso. Me ha podido la ansiedad pre-plaza. Pero estoy descansando los ojitos cada quince minutos y utilizando lágrima artificial. A ver qué tal así.